NOS PARECEMOS, PERO NO SOMOS IGUALES

La semana pasada, comentaba en esta columna la crisis que se está viviendo en los Países Emergentes como producto de lo que sucede en el entorno internacional; principalmente con el impacto de la disminución de los estímulos financieros (“tapering”),  y con la presumible disminución en el crecimiento de la economía China.

Hoy quisiera dar mis puntos de vista de por qué creo México va a sufrir mucho menos en esta crisis, que otros países que como nosotros, están en vías de desarrollo.

La principal herramienta que se usó en algunos países desarrollados para provocar una  rápida salida  de la crisis del 2008  (Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia y a partir del 2013 Japón)  fue el crear una expansión monetaria nunca antes vista, con el propósito dual de inyectar liquidez a las instituciones y mantener las tasas de interés de largo plazo sensiblemente bajas, aplicando la emisión de dinero a la compra de Bonos. Esta expansión no sólo tuvo impacto en los países que llevaron a cabo dichas medidas, sino que también afectó positivamente algunas economías emergentes que se beneficiaron al captar una parte de estos flujos; por ejemplo, en México en el año 2012, se recibieron más de 45 mil millones de dólares de inversión extranjera  financiera y el año pasado alrededor de 27 mil. Una buena parte de estos flujos finalmente fue a parar a las reservas del Banco de México, ya que los moderados déficits en cuenta corriente que hemos tenido en los últimos años, se han cubierto con inversión extranjera directa. Esta circunstancia nos diferencia bastante de otras naciones que están en proceso de desarrollo, las cuales en estos últimos años han financiado sus déficits con estos flujos volátiles, mismos que han provenido de las naciones que implementaron estímulos monetarios; lógicamente los países que están en este caso van a sufrir, porque al no tener el beneficio de estos excedentes en dólares  se van a ver obligados a aplicar una medicina bastante amarga –si es que quieren mantener finanzas públicas sanas—, consistente en subir la tasa de interés y devaluar. Las tasas de interés más altas tratarán de que sus monedas sean más atractivas, para de esa forma, retener y atraer  las divisas que requieren para su desarrollo; la devaluación es necesaria  principalmente para incrementar la competitividad, exportar más y así tratar de reducir el déficit de balanza de pagos.

Otro de los  peligros para los países emergentes es que hubiera una precipitada caída en el precio de las materias primas, la mayor parte de ellos,  son exportadores de éstas. En los últimos años la nación que más cooperó para el crecimiento en el precio de estos productos primarios fue China, debido a la incorporación de millones de chinos a los patrones de consumo de la economía Occidental; por esa razón, vimos subir dramáticamente los precios de:  Cereales,  carne,  leche,  también los minerales como el cobre, aluminio y hierro.  Hoy, el mundo está temeroso de que China pueda sufrir un colapso en su economía,  esencialmente porque muchos suponen que sus bancos tienen pérdidas ocultas no reconocidas, producto de haber tenido una expansión crediticia sin precedente en ese país. Por supuesto, si esto sucediera, el crecimiento de China podría verse comprometido; pero también hay que reconocer que el Banco Central de ese país tiene recursos más que suficientes para hacer una operación de salvamento, en caso de que se requiriera. Dentro de este capítulo, los países más afectados son aquellos cuyas exportaciones son básicamente de materias primas, lo cual no es el caso de México  ya que es preferentemente un país exportador de manufacturas; aunque hay que reconocer que sí tenemos cierta vulnerabilidad al precio del petróleo,  pero éste no depende tanto de si China crece o no, sino más bien está ligado con el crecimiento de la economía mundial y por supuesto con la capacidad de producción de las naciones petroleras. Por ahora no se prevén, a mediano plazo, bajas importantes en el precio de este producto.

Por todo lo anterior, México sí es un país emergente,   ¡pero no es igual a los demás!

      MANUEL SOMOZA         

 

 

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